LA HISTORIA NO CONTADA DE WALT DISNEY,
EL PADRE DEL RATÓN MICKEY
EL PADRE DEL RATÓN MICKEY
A través del dibujo animado, Disney plasmó encubiertos simbolismos, y se alimentó de fuentes generalmente no advertidas. Uno de sus personajes esenciales, el cervatillo Bambi, procede de un cuento sufí que asegura que la Tierra late dentro de un equilibrio cósmico que fue malogrado por la imprudencia del hombre. Pinocho se relacionada con los gólems, los muñecos de barro que recibieron la vida mediante mágicas artes de rabinos medievales. Esta idea se repite cuando, en una de sus escenas más recordadas, un Mickey que reemplaza a un mago le insufla vida a un regimiento de escobas para que colmaran un pozo de agua. La CIA quiso contratar a Disney para que éste, mediante sus películas animadas, desacreditara el fenómeno OVNI, muy difundido en aquel entonces. En este artículo de Manuel Berrocal, publicado en la Revista Más allá de la Ciencia, nos acercaremos a esta dimensión poco atendida, donde la magia imaginativa del dibujo animado exhala hondos procesos culturales.
¿Habríamos creído de niños que aquellos cuentos con los que nos deleitaban nuestros mayores encerraban claves esotéricas de gran alcance? ¿Lo podemos creer hoy, de adultos? Desde hace algunos años, una pequeña legión de psicólogos, historiadores y esoteristas sostienen que muchos cuentos tradicionales ocultan entre líneas una enseñanza de corte espiritual, trascendente y hasta mágica.
Cuando vemos a la abuela entreteniendo a sus nietos con cuentos, no reparamos en que esta imagen entrañable es el claro reflejo de una de las funciones ancestrales del hombre medicina o chamán de los antiguos pueblos, cuyas narraciones y cuentos enseñaban a las nuevas generaciones cómo sobrevivir en un mundo hostil. Y es que lo que se oculta tras un cuento es nada más y nada menos que la memoria ancestral.
Por eso Walt Disney, el genial creador de personajes como Mickey, el pato Donald o Bambi, puede ser hoy visto como un moderno superchamán. Irrumpió en escena justo cuando la sociedad había perdido el interés por los viejos cuentos y se debatía entre las dos grandes guerras mundiales. Él, como los chamanes tradicionales, gozó de esta mezcla de genialidad y de locura y readaptó la vieja función del contador de cuentos a las nuevas necesidades de la sociedad. Y en una época como la nuestra, donde la imagen es el principal medio de comunicación y el cine se ha transformado en el sistema estrella para contar historias, Disney, entre 1929 y 1940, revolucionó, en su incesante búsqueda de nuevas formas de expresión, el mundo de los dibujos animados.
Fue en 1928 cuando un pequeño ratón de grandes orejas y patas de alambre, Mickey Mouse, saltaba a la fama al parecer en la gran pantalla con sonido sincronizado a su imagen. Aquella historia, titulada Steamboat Willie (Willie con el barco de vapor) fue el inicio de una pequeña revolución que, como veremos, "reinyectó" en Occidente algunos mitos y creencia esotéricas abandonadas tras el despertar de la Revolución Industrial y el racionalismo.
EL CONTADOR DE CUENTOS
Tras el éxito de Mickey, Disney comenzó su búsqueda de una historia para la pantalla grande que llegara a todas las generaciones. Primero rechazó Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, por demasiado complicada para llevarla al cine. Después congeló su proyecto de rodar el cuento clásico inglés de Washington Irving "Rip Wan Winkle" y se decidió por Blancanieves, un relato de los hermanos Grimm en el que confluían una bruja, el hada buena, la cándida protagonista, el príncipe azul y un plantel de enanitos que permitían realizar todo tipo de gags humorísticos.
No obstante, sus tanteos en las obras de Carroll e Irving reflejaban claramente su pasión por temas como el de las alteraciones espacio-temporales. En Alicia en el país de las maravillas, Charles L. Dodgson (nombre real de Carroll) encriptó claves matemáticas que sólo recientemente han sido puestas de relieve por Duncan Black, un matemático que pasó 30 años investigando ese relato y que demuestran ciertos conocimientos de física vanguardista por parte de Carroll. En cuanto a Irving, su cuento narra la epopeya de un hombre que pasó varios siglos durmiendo, despertando después en otra época. Un hecho, por cierto, idéntico al que recogen leyendas de "durmientes" de todo el planeta y cuyo origen hay que buscar en la Grecia clásica.
Pero la elección final de Disney no pudo ser más acertada. En Blancanieves se dan cita todos los elementos necesarios para llegar al corazón del espectador: enseñanzas morales, un alto factor de sensibilidad y situaciones tenebrosas que impresionarán al espectador.
Mientras su hermano Roy, más pragmático, considera esta empresa una locura, Walt disparaba el entusiasmo de sus colaboradores con un método muy propio de él. Ken Anderson, uno de sus primeros colegas, lo describía así años después "...fuimos a la sala de música (....) y Walt nos contó la historia de Blancanieves. Comenzó a eso de las siete y media y no paró hasta las once. Estábamos todos embelesados. Se plantó en medio a representar aquel cuento fantástico; tan pronto hacía de reina como de enanito. Era un actor increíble, un mimo nato..."
Aquella historia obtuvo una respuesta del público inmediata. Cuatro millones de dólares la convirtieron en la película más taquillera del momento y mantendría ese récord hasta el estreno de "Lo que el viento se llevó".
PINOCHO Y FANTASÍA
El nuevo aprendiz de brujo inauguró los legendarios estudios Burbank en 1941, donde comenzó a trabajar tras terminar su último proyecto: Pinocho. Gracias a este largometraje, Disney llevó al público el sueño americano de la persona que se hace a sí misma, esta búsqueda que todos realizamos en el mundo exterior, creyendo que en él encontraremos la felicidad. Pinocho mostraba cómo un ser imperfecto tomaba vida por medio de la magia y lograba obtener la humanidad a través de sus propios actos de superación. Disney encontró que esta era la idea perfecta para un mundo que acababa de salir de una gran y devastadora guerra.
La historia de este Gólem de madera necesitó tres años para llevarse a cabo y obtuvo una gran respuesta por parte de la crítica. Y es que el relato recordaba poderosamente la vieja historia del "autómata" de barro al que un rabí judío de la Praga del siglo XVI, un tal Lew, dio vida mediante un conjuro que incluía el escribir sobre la frente del muñeco de arcilla la palabra emeth (verdad). Aquel maniquí, al que se llamó gólem, inspiraría muchos relatos de terror hebreos e incluso una novela de éxito de Gustav Meyrink, que fue publicada en 1915 y a la que muy probablemente accedió Disney. Tras la idea del gólem subyacía la ancestral capacidad mágica de dar vida a lo inerte. De hecho, Disney volvió a recurrir a esa idea de magia en la entrañable escena en la que el ratón Mickey suplanta a un mago y daba vida a un ejército de escobas para que llenaran un pozo de agua.
Pero Pinocho resultó ser un gólem bueno y la Academia premió la película con dos Oscar. Desgraciadamente, su estreno, el 2 de Julio de 1940, coincidió con el inicio de la segunda guerra mundial, haciendo que el 45% de los ingresos procedentes del mercado europeo se perdieran. Disney se había arruinado mientras su segundo proyecto, Fantasía, se encontraba en pleno proceso de producción. La cotización del estudio cayó de cien a tres dólares por acción y para sobrevivir tuvo que hipotecarlo.
El 13 de Noviembre de 1940 se estrenaba Fantasía. Era la obra de un visionario adelantado a su tiempo: Fantasía se construye como una historia viva que crecería y se ajustaría a los cambios que sufrieron con el tiempo los gustos de la sociedad, de forma que cada generación tendría su propia Fantasía. La música de Bach, Tchaikovsky, Dukor, Stravinsky, Beethoven, Ponchielli y Mussorgsky/Schubert necesitó a más de mil dibujantes para llevar a la pantalla. Su guión nos enseñaba que existe la lucha eterna entre el bien y el mal, unas veces en nuestros corazones y otras en el exterior, e insinuaba que sólo Fantasía podía terminar con el antagonismo. En el fragmento dedicado a la Noche en Monte Calvo, de Igor Mussorgsky, recreaba cómo el diablo una noche al año, vuelve al mundo para reclamar las almas de los muertos. Su inclusión provocó el rechazo de grupos religiosos tanto católicos como protestantes, pues aquél era un infierno demasiado aterrador incluso para los más integristas.
MICKEY VA A LA GUERRA
Fantasía fue un fracaso de taquilla. El aprendiz de brujo se había adelantado tanto a su tiempo que no había sido comprendido. La magia de los viejos cuentos no había conectado con la época que vivió y el gobierno de los Estados Unidos tuvo que intervenir para evitar la quiebra absoluta de sus estudios.
Por ello, en plena guerra mundial, cuando se necesitaba variar la mentalidad del americano hacia su participación en el conflicto, el gobierno contrató con los estudios Burbank la realización de cortos propagandísticos a favor de la guerra, en los que el pato Donald, Goofy, Mickey Mouse, Pluto y la vaca Clarabella se convierten en fervientes patriotas de la lucha contra el nazismo. Los ingresos así obtenidos solventaron las deudas del estudio. Donald y Mickey consiguieron que el pueblo
americano apoyara la participación de Estados Unidos en la guerra mundial. Y esta respuesta fue tan determinante que cuando, en 1953, a instancias de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), se organizó un grupo conocido como Panel Robertson para dar una respuesta "científica" al incremento de actividades OVNI en todo el planeta, uno de los puntos que se recomendó fue la necesidad de que "las agencias de seguridad nacional tomen inmediatamente medidas para eliminar el status especial adquirido por los OVNIs, dado el aura de misterio que desafortunadamente ha adquirido". Para ello se habló de desprestigiar a los platillos volantes a través de los medios de comunicación, considerándose en su momento que Disney, a través de sus cortos de animación, podría ser uno de los puntales principales en este proceso de ridiculización.
DISNEY Y DALI, UNA EXTRAÑA PAREJA
Dumbo fue el segundo pilar que permitió salvar a los estudios, con la historia de un marginado que triunfa. Y justo por aquel entonces, Disney entraba en contacto con el surrealismo y con el jovencísimo Dalí bajo cuya influencia el padre de Mickey decidió que sus dibujos podrían llevar los movimientos más vanguardistas al alcance del gran público.
Así fue como esta extraña pareja decidió crear una historia a partir de la canción mexicana "Destino". Dalí tenía carta blanca y los increíbles guiones que durante dos meses nacieron de sus manos contaban un relato de amor en el que un chico conoce a una chica que acaba transformada en fláccidos relojes que caen del cielo, o en largas piernas que caminan hacia monstruosos teléfonos. Disney comprendió que continuar con aquello podía significar un nuevo fracaso así que el proyecto con Dalí quedó olvidado.
Disney necesitaba nuevas películas, y no paró de buscarlas hasta que encontró un antiguo cuento sufí que narraba cómo el mundo estaba organizado en el equilibrio absoluto y sólo la mano del hombre podía llevarlo a la destrucción. Ese cuento con tintes ecologistas fue la base para Bambi, que obtuvo un gran éxito. Pero Disney no escarmentaba, y el siguiente fracaso le llegaría de la mano de Alicia en el país de las maravillas. Su público deseaba más Dumbos y Bambis para poder llorar y no historias con un mensaje que no querían ver.
LA MAGIA SE PIERDE
A partir de ese momento Walt Disney parece tirar la toalla, deja los estudios en manos de sus colaboradores y orienta su interés en la realización de un parque temático que ponga la fantasía y la magia al alcance de todos. Mientras los estudios entran en una nueva etapa con películas como Peter Pan, La Dama y el vagabundo y 101 dálmatas, historias contadas para entretener pero que ya no tienen el trasfondo de los viejos cuentos para aprender. Sus colaboradores eran capaces de realizar productos técnicamente perfectos pero que carecían del mensaje y la genialidad de Disney.
El despliegue comercial de los estudios se realiza mientras el que fuera conocido con el nombre de "el genio de Burbank" muere lentamente a causa del cáncer terminal que no le permitiría ver terminado su segundo gran sueño: Disneylandia. En 1966 el contador de cuentos fallecía y la magia de Pinocho, Fantasía, Blancanieves o Alicia se iban con él. Después llegarían muchas películas basadas en cuentos clásicos, pero ninguna pudo eclipsar el trabajo de ese soñador.
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