10. Los cocodrilos tragan piedras para nadar.
El
estómago de un cocodrilo es un sitio inseguro donde estar por más de
una razón. Para empezar el aparato digestivo de un cocodrilo encuentra
de todo, desde tortugas, pescado y pájaros hasta jirafas, búfalos,
leones e incluso (cuando defienden su territorio) otros cocodrilos.
Además de este bonito ecosistema en el estómago, también hay piedras.
Los reptiles se tragan piedras grandes que se quedan en sus barrigas,
para según parece usarlas como lastre cuando bucean.
9. La leche de ballena no es buena para las dietas con poca grasa
El
cuidado de un recién nacido no es una hazaña “pequeña” para las
ballenas, la cría sale después de 10 a 12 meses en el útero, es
alrededor de una tercera parte de lo que mide la madre (unos 915 cm para
un bebé de ballena azul). La madre lanza chorros de leche a la boca del
recién nacido usando unos músculos alrededor de la glándula mamaria
mientras el bebé se mantiene agarrado al pezón (sí, las ballenas también
tienen). La leche de las ballenas contiene cerca del 50% de grasa,
tiene alrededor de 10 veces más grasa que la humana, esto ayuda a las
crías a conseguir un crecimiento espectacular (tanto como 136 kg por
día).
8. Los pájaros usan puntos de referencia en los viajes largos.
¿Puedes
imaginar un viaje de vacaciones sin equivocarte de salida, conductores
cabezones o líos con el mapa plegable? Por supuesto que no, no eres un
pájaro. Las palomas pueden volar cientos de kilómetros para encontrar el
mismo lugar donde está el grupo sin dificultades orientación. Varias
especies de pájaros, como las gaviotas del Ártico, hacen un viaje de ida
y vuelta de unos 40200 km cada año. Muchas especies usan como un imán
incorporado para saber su orientación respecto al campo magnético de la
Tierra. Un estudio de Noviembre del 2006 publicado en “Animal behaviour”
(el comportamiento animal), sugiere que las palomas usan también puntos
de referencia en el suelo para ayudarse a encontrar el camino a casa.
7. Para los castores los días se alargan en invierno
Los castores están escondidos durante el invierno, viviendo de la
comida o depósitos de grasa que anteriormente han almacenado en sus
peculiares colas. Ellos conservan energía evitando el frío de fuera,
optando por permanecer en sitios oscuros dentro de su montón de madera y
barro. Como resultado, estos roedores que normalmente salen al
atardecer y vuelven al amanecer, no tienen nada de luz que les perturbe
su ciclo de sueño. El reloj biológico de los castores cambia y
desarrollan un ritmo circadiano de 29 horas el día
.
6. Los topos no son ciegos
Con
sus ojillos y su vida subterránea, los topos africanos han sido
considerados siempre como los Rompetechos de los roedores, detectando
muy poca luz y se cree que usa los ojos más para notar las corrientes de
aire que para ver. Pero descubrimientos de los últimos años nos enseñan
que los topos africanos tienen una aguda, aunque limitada, vista. Y a
ellos no les gusta lo que ven, de acuerdo con un reportaje en noviembre
del 2006 en Animal Behaviour. La luz puede sugerir que un
depredador ha irrumpido en un tunel, lo que podría explicar porque los
excavadores subterráneos desarrollan la vista en primer lugar.
5. Los pollitos y la fraternidad
Es un error pensar que la evolución produce animales egoístas
preocupados sólo por su propia supervivencia. El altruismo ocurre
sobretodo en casos donde echar una mano puede ayudar a la supervivencia
de un material genético similar al propio. Los polluelos practican esta
selección familiar haciendo un gorgorito especial mientras se alimentan.
Esta llamada avisa la llegada de comida a los pollos próximos, quienes
son probablemente parientes cercanos y así favorecen la supervivencias
de sus propios genes. La clave de la selección natural no es la
supervivencia de los animales más adecuados. Es la supervivencia de los
material genético más adecuado y por lo tanto, los comportamientos
fraternales que favorecen a los parientes cercanos prosperarán.
4. Varios peces cambian sus órganos sexuales
Con
la cantidad de criaturas terrestres que hay para maravillarse, es fácil
olvidar que varias de las actividades más extrañas tienen lugar en las
profundidades de los océanos. La extraña práctica del hermafroditismo es
más común entre especies de pescado que cualquier otro grupo de
vertebrados. Algunos peces cambian de sexo debido al ciclo hormonal o
cambios del medio ambiente. Otros poseen simultáneamente los órganos
sexuales masculinos y femeninos.
3. Las jirafas compensan su altura con un único flujo de sangre
La majestuosa jirafa, cuya cabeza se sitúa casi a 5 metros por encima
de un singular pedestal, tiene el cuello adaptado para competir por el
follaje con otros rumiantes. Aunque las ventajas de alcance son obvias,
tiene algunas dificultades para levantarse con esa altura. El corazón
tiene que bombear comos dos veces la fuerza del de una vaca para que le
llegue al cerebro y un complejo sistema de vasos sanguíneos para
asegurar que la sangre no se le vaya a la cabeza de golpe cuando se
incline. 180 cm por debajo del corazón, la piel de las piernas tiene que
ser muy tirante para prevenir que la sangre se estanque en las pezuñas.
2. Los elefantes se olvidan, pero no son tontos
Los
elefantes tienen el cerebro más grande (cerca de 5 kg de media) que
cualquier mamífero que ha pasado alguna vez por la Tierra. ¿Lo usan
totalmente? La inteligencia es dificil medirla en humanos o animales,
pero el coeficiente de encefalización, un ratio del tamaño observado del
cerebro animal con respecto al tamaño esperado dada la masa animal,
está muy correlacionado con la habilidad para superar nuevos desafíos y
obstáculos. La media de EQ de los elefantes es 1.88 (El rango de los
humanos está entre 7.33 y 7.69, la media de los chimpancés es 2.45, de
los cerdos 0.27). La inteligencia y la memoria se piensa que van de la
mano, sugiriendo que la memoria de los elefantes, aunque no sea
infalible, es bastante buena.
1. Los loros hablan más que pían
El
habla de los loros es considerada normalmente como que pian sin sentido
como una grabadora de voz con plumas. Pero estudios en los últimos 30
años continuamente muestran que los loros se dedican mucho más que la
mera imitación. Nuestros amigos aviares pueden resolver ciertas tareas
de procesamiento lingüístico como un niño de 4-6 años. Los loros parecen
aprender conceptos como “igual” y “diferente”, “más grande” y “más
pequeño”, “ninguno” y número. Quizás lo más interesante es que ellos
pueden combinar etiquetas con frases de nuevas formas. Un estudio de
Enero del 2007 en Language Sciences sugiere usar patrones del
aprendizaje del habla de los loros para desarrollar la habilidad del
habla artificial en robots.
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